domingo, 3 de abril de 2011

ZP, APR, CC: PSOE


Copio y pego un artículo del blog Bye bye Spain que me ha gustado mucho, sobre la sucesión de Zapatero.

Hay quien parece muy contento con la retirada de Zapatero, pero por más que lo intento, yo no veo el menor motivo de alegría en la noticia.

En el PSOE no ha habido el menor atisbo de rectificación, mucho menos de cambio. Tan solo han anunciado que no quieren ver más a Zapatero por el puente de mando. Ya no veremos más a ZP. Pero seguirá APR, o CC, o quien le sustituya. Seguimos viendo PSOE.

Persiste esa formación que, cuantas veces ha tenido la oportunidad, ha empeñado todos sus esfuerzos en la destrucción de la nación, esto es, de los principios y valores que conforman nuestra convivencia, de los vínculos que nos unen, de la historia que nos ha traído hasta aquí y del futuro común que podríamos esperar.

En los años de la dictadura de Primo de Rivera, en las postrimerías del reinado de Alfonso XIII, durante la segunda república y a lo largo de estos treinta años de semidemocracia, la actividad principal del PSOE ha sido la de socavar los cimientos de la democracia por la vía de destruir la propia convivencia.

Ese proyecto de destrucción que el PSOE pone en práctica cada vez que los ciudadanos le dan la oportunidad de hacerlo, permanece entero, de principio a fin, listo para ser aplicado ahora por quien logre colocarse en el lugar que hasta ahora ocupaba Zapatero. ¿De qué habríamos de alegrarnos?

Tampoco hay motivos de alegría si miramos hacia otros lugares en busca de asidero. El proyecto Zapatero, que ha sido siempre el genuino proyecto socialista, ha calado hasta tal punto en la actual dirección del Partido Popular que hoy apenas percibiríamos un cambio en el Gobierno de la nación si en Moncloa estuviera Mariano Rajoy.

Las leyes más destructivas de la etapa Zapatero pasarán a formar parte del corpus legislativo de las legislaturas populares. El PP no derogará nada, ni siquiera modificará sustancialmente los aspectos más agresivos de la legislación socialista. Sus dirigentes no engañan a nadie: ya han reconocido que ese va a ser su comportamiento cuando lleguen al Gobierno.

El proyecto destructivo del PSOE sigue sin tener alternativa por incomparecencia de quienes deberían encabezarla. Ciudadanos no faltarían, ni manos para sostenerla. Pero nadie quiere dar el paso al frente. Nadie quiere levantar la bandera de la regeneración. Los pocos dirigentes sociales y políticos que podrían tener alguna posibilidad de articular a su alrededor esa alternativa, se muestran perezosos.

En esta hora del esfuerzo crítico, el más urgente, en esta hora del sacrificio personal y de la generosidad máxima, nuestra clase política vuelve a demostrar que jamás estuvo tan averiada.

No hay motivos para congratularse de la marcha de Zapatero: se va sabiendo que su proyecto ha triunfado porque quien podría hacerle frente renuncia a su propio proyecto y porque los ciudadanos no parece que estemos por la labor: la mayoría todavía cree que esto se arregla con unas elecciones.

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