Tengo que reconocer que Cinema Paradiso es una de esas películas que se te quedan grabadas en la memoria y que es imposible de olvidar. La vi por primera vez hace 18 años. Tanto me gustó, que al día siguiente volví los Golem de Pamplona a verla de nuevo.
Antes de verla, escuché algunas críticas buenas y por eso me animé. Aún recuerdo que fui a verla con mi novia y con mi futura nonuerna. También recuerdo que hubo un momento en el que los tres llorábamos como auténticas magdalenas. ¡Qué manera de llorar!
La película es una historia de amor; pero no entre un hombre y una mujer, sino entre un niño y el cine. Totó es un niño de un pueblecito italiano en los años 50. Su mayor diversión es ir al cine Paradiso de su pueblo y ver las películas. Un día, Alfredo, el operador del cine, decide iniciar al muchacho en los misterios de la proyección, y lo toma como ayudante. En el pueblo, el cura, realiza la censura de todas las películas, recortando los trozos inconvenientes de cada film. A pesar de su pasión por el cine, Totó va creciendo y vamos viendo sus primeros amores. Pero llega un momento que, persiguiendo sus sueños, tiene que irse del pueblo y abandonarlo todo.
Después de treinta años sin aparecer por su pueblo, recibe una llamada, en la que se le comunica que debe volver a casa ya que un secreto le espera.
La película tiene escenas memorables en las que se puede pasar de las risas al llanto en cuestión de segundos. Pero lo que más me llama la atención de ella, es lo parecida que es la historia a la historia de cualquier persona normal. Uno se enfrasca en su trabajo y nunca tiene tiempo de pensar en el pasado, en su niñez y su juventud; y, cuando de pronto un día, vuelven de golpe esos recuerdos, quedamos desarmados por completo, pensando que cualquier tiempo pasado siempre fue mejor.
La película logra tocar el corazoncito especialmente en la escena final. Pocas veces me ha removido tanto por dentro una escena. Gracias a youtube, ahí la tenéis. Que la disfrutéis. Y, si aún no habéis visto la película, hacedlo lo antes posible. No os defraudará.
Antes de verla, escuché algunas críticas buenas y por eso me animé. Aún recuerdo que fui a verla con mi novia y con mi futura nonuerna. También recuerdo que hubo un momento en el que los tres llorábamos como auténticas magdalenas. ¡Qué manera de llorar!
La película es una historia de amor; pero no entre un hombre y una mujer, sino entre un niño y el cine. Totó es un niño de un pueblecito italiano en los años 50. Su mayor diversión es ir al cine Paradiso de su pueblo y ver las películas. Un día, Alfredo, el operador del cine, decide iniciar al muchacho en los misterios de la proyección, y lo toma como ayudante. En el pueblo, el cura, realiza la censura de todas las películas, recortando los trozos inconvenientes de cada film. A pesar de su pasión por el cine, Totó va creciendo y vamos viendo sus primeros amores. Pero llega un momento que, persiguiendo sus sueños, tiene que irse del pueblo y abandonarlo todo.
Después de treinta años sin aparecer por su pueblo, recibe una llamada, en la que se le comunica que debe volver a casa ya que un secreto le espera.
La película tiene escenas memorables en las que se puede pasar de las risas al llanto en cuestión de segundos. Pero lo que más me llama la atención de ella, es lo parecida que es la historia a la historia de cualquier persona normal. Uno se enfrasca en su trabajo y nunca tiene tiempo de pensar en el pasado, en su niñez y su juventud; y, cuando de pronto un día, vuelven de golpe esos recuerdos, quedamos desarmados por completo, pensando que cualquier tiempo pasado siempre fue mejor.
La película logra tocar el corazoncito especialmente en la escena final. Pocas veces me ha removido tanto por dentro una escena. Gracias a youtube, ahí la tenéis. Que la disfrutéis. Y, si aún no habéis visto la película, hacedlo lo antes posible. No os defraudará.
3 comentarios:
Me parece Roberto que te nos has vuelto un poco Zerolón... ;-)
Saludos y que disfrutéis estos días en territorio adverso
ya sabes... si no puedes con tu enemigo, únete a él. Si nos Zerolamos un poco, posiblemente recibamos una subvención o algo...
Espero que sólo sea una subvención y no un orgasmo democrático... CUIDADÍN QUE VIENE ZEROLO....
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