Fin de semana de damnificados

A la espera de que Newman cuente su visión del finde, me dispongo a relatar aquellos eventos que llenaron estos dos días de asueto familiar.

Viernes tarde de follón. Maletas, niños, caos, coche, más niños, lloros, más coche. De nuevo la ilusión de ver linces y, de nuevo, la decepción de no verlos. Llegamos a nuestro objetivo a las diez de la noche, cansados pero con ganas de ver al resto de la famiglia. Por cierto, qué caro está el gasoil. Me costó 91 € llenar el depósito. Habrá que pedir un préstamo a Don Vito la próxima vez. Comosiempre Alfonso nos preparó una buenísima cena de cuaresma a base de tortillas de papas y no me acuerdo qué más. Descargar el coche, tan coñazo como siempre. Menos mal que siempre hay sobrinos que se brindan a ayudar. Al llegar, sorpresa. ¡Ha venido Pipiolín! Ninguno dabamos crédito. ¿Cómo se ha atrevido? ¡¡La que le va a caer!! Pipiolín es el novio de Mer. En la famiglia, a los nuevos novios, se los putea al máximo. Más sorpresas: la suite de los nonuernos está infectada de abejas. Cientos de ellas revolotéan sin cesar. Pero a los nonuernos nos da igual; nuestro garito es nuestro garito. De ahí no nos mueven ni los GEOS; así que, abejas, tranquilas. Dormimos bien acompañados por ellas e hicimos buenas amistades con los himeopteros.

El sábado llegó el resto de la famiglia. Hicimos apuesta y todo, para ver a que hora llegaban. Los de Labacete existe fueron recibidos, como siempre, al grito de "Mi-gue-li-tos, Mi-gue-li-tos". Y de Miguelitos nos pusimos ciegos. Cuando ya estabamos todos se me ocurrió contar: éramos 40; 22 niños y 18 adultos. ¡Qué follón!

Don Vito empezó a ponerse nervioso con la chiquillería y, por descontado, con los padres de la chiquillería. Su objetivo era que los niños comiesen todo en tres minutos, sin meter follón y sin hablar. Lo de siempre, no lo consiguió. Pero el resto, también a lo de siempre: cervesita, jamonsito y chorisito.

Por la noche llegó el momento esperado: trivial hombres-mujeres. Ni que decir hay que, como siempre, hicieron trampa; las mujeres, se entiende. No sé si por los tintos de verano o por la cerveza, Raflex tuvo momentos inspirados durante el juego, para el deleite de sus pelotas sobrinas que le ríen todas las gracias. Mientras, Anage, lo fundía con la mirada. Pero a los diez minutos las gracias del albaceteño empezaron a cansar al personal y muchos emigramos a mejores quehaceres. Al final creo que ganamos aunque ellas no lo aceptaron.

El domingo empezó con unos de esos desayunos que hacen afición: huevos fritos con chorizo. Luego todo el mundo al Santuario para la misa dominical. Como siempre, me tocó cargar con carro de enano en esa cuesta que ni Indurain. Foto familiar y otra vez pabajo a comer de nuevo. Más jamonsito, chorisito y demás. Un buen cocido y chuletitas de cordero. Aprovechamos el momento para nombrar a Anage presidenta de la Asociación de damnificados; ella sí que merece ese título por dos motivos: primero por ser la única mujer damnificada, y segundo por el Martínez que le ha tocado aguantar; pobrecilla... jajaja.

Luego llegó el triste momento de las despedidas. Besos y más besos. Salimos de allí a las siete de la tarde. Tres paradas por el camino por vomitonas y una más para soplar el alcoholímetro de un picoleto. Ni que decir tiene que 0,0. Llegada a casa a las diez con niños llorando, cansados...

Ahora, por fin, tranquilo delante del portatil (se fue la luz y el de sobremesa hizo crack) relato lo que ha dado de sí el finde, a la espera de que llegue el del año que viene.

No quisiera terminar sin antes saludar a varios asiduos del blog:

• Soraya y Mercedes. De lo mejor que hay en Madrid.
• Pipiolín.
• Los de labacete, en especial a Anage, nuestra querida presidenta.

Pido perdón si he torrado mucho. Sé que los que estuvieron allí entenderán todo; los que no, me mandarán a freir espárragos. ¡Viva la Virgen de la Cabeza!