Ni soy monárquico, ni mucho menos borbónico, y ni muchísimo menos juancarlista; pero al César lo que es del César.
Olé, olé y olé por el Rey. Chapeau. Sólo se puede hablar bien (hoy) de él. Que alguien que representa a alguna institución del Estado sea capaz de salir a la palestra y pedir perdón, merece todos mis respetos. Creo que es la primera vez que escucho a un personaje público pedir perdón. Hasta me ha sonado bien.
No dejo de pensar en la cantidad de golfos que ha habido y hay en la vida pública de este país. Si miramos un poco hacia atrás, cientos de políticos que se han forrado a nuestra costa. A la mayoría los han pillado con las manos en la masa. Y ni uno solo ha sabido pedir perdón. Excusas, excusas y más excusas. Pero ninguno ha pedido disculpas por su mal comportamiento o por sus graves errores a la hora de gobernar. Llevo años soñando con ver esto y, por fin, hoy, lo he visto.
Lo dicho... enhorabuena al Rey por tener lo que hay que tener y decir lo que ha dicho. Errar es humano... rectificar, de sabios.
Después de esto, un poco más monárquico que ayer. Saludos.
2 comentarios:
Chapeau, suscribo todos y cada uno de los términos de esta entrada. Sí señor.
Sí, pero si no se llega a escurrir en el bungalow ni Dios se entera.
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