La noticia me pone los pelos de punta.
Pozo Alcón, provincia de Jaén: la madre de un chaval de 10 años le dice al muchacho que haga la tarea. La respuesta del crío es tirarle una zapatilla y salir disparado al cuarto de baño. Lógicamente, la máma se lanza a por él. Cuando lo consigue trincar, el niño se ha tirado al suelo, lo agarra del cuello para levantarlo y le calza una bofetada. La mala suerte hace que el niño se de con al lavabo y le sangre la nariz. Hasta aquí todo normal(o eso creo, teniendo en cuenta además que el chaval era un poco difícil y desobediente, y así lo recoge la magistrada en su sentencia).
A mi nunca se me ha ocurrido tirarle con esa edad, ni con ninguna, una zapatilla a mi madre. En casa había autoridad, y pondría la mano en el fuego que lo mismo ocurría en casa de los cuatro (muchas gracias a ellos desde aquí) que leen este blog de vez en cuando. Si lo hubiera hecho, la zurra que habría recibido sería de aúpa. Bien ganada y merecida la tendría.
Decía que hasta aquí todo normal, pero ahora entran el juego la pandilla de gilipollas. El chaval llega al cole y su tutor ve rastros de sangre en la nariz. El mismo tutor denuncia a la madre, el fiscal sigue adelante con la denuncia, y una magistrada acaba condenando a la madre a 45 días de cárcel y un año de alejamiento. Resultado final: adiós autoridad de la madre para guiar con mano firme al mierdoso, y que vayan preparando un reformatorio hasta que cumpla los dieciocho, y una celda en el talego después.
De aquellos polvos, estos lodos. En diciembre del año pasado aprobó el parlamento una modificación del código civil español. El artículo 268, que decía “Los sujetos a tutela deben respeto y obediencia al tutor. Los tutores podrán, en el ejercicio de su cargo, recabar el auxilio de la autoridad. Podrán también corregir a los menores razonable y moderadamente” quedó redactado como “Los tutores ejercerán su cargo de acuerdo con la personalidad de sus pupilos, respetando su integridad física y sicológica. Cuando sea necesario para el ejercicio de la tutela podrán recabar el auxilio de la Autoridad.”
Una bofetada en el caso que nos ocupa es una corrección razonable y mucho más que moderada. Espero que un día al tutor, al fiscal y a la magistrado, sus hijos saquen la chorrita cuando les recriminen algo, y les meen en los zapatos y en la alfombra del salón. Se lo tienen merecido. A ver cómo responden entonces.
Pozo Alcón, provincia de Jaén: la madre de un chaval de 10 años le dice al muchacho que haga la tarea. La respuesta del crío es tirarle una zapatilla y salir disparado al cuarto de baño. Lógicamente, la máma se lanza a por él. Cuando lo consigue trincar, el niño se ha tirado al suelo, lo agarra del cuello para levantarlo y le calza una bofetada. La mala suerte hace que el niño se de con al lavabo y le sangre la nariz. Hasta aquí todo normal(o eso creo, teniendo en cuenta además que el chaval era un poco difícil y desobediente, y así lo recoge la magistrada en su sentencia).
A mi nunca se me ha ocurrido tirarle con esa edad, ni con ninguna, una zapatilla a mi madre. En casa había autoridad, y pondría la mano en el fuego que lo mismo ocurría en casa de los cuatro (muchas gracias a ellos desde aquí) que leen este blog de vez en cuando. Si lo hubiera hecho, la zurra que habría recibido sería de aúpa. Bien ganada y merecida la tendría.
Decía que hasta aquí todo normal, pero ahora entran el juego la pandilla de gilipollas. El chaval llega al cole y su tutor ve rastros de sangre en la nariz. El mismo tutor denuncia a la madre, el fiscal sigue adelante con la denuncia, y una magistrada acaba condenando a la madre a 45 días de cárcel y un año de alejamiento. Resultado final: adiós autoridad de la madre para guiar con mano firme al mierdoso, y que vayan preparando un reformatorio hasta que cumpla los dieciocho, y una celda en el talego después.
De aquellos polvos, estos lodos. En diciembre del año pasado aprobó el parlamento una modificación del código civil español. El artículo 268, que decía “Los sujetos a tutela deben respeto y obediencia al tutor. Los tutores podrán, en el ejercicio de su cargo, recabar el auxilio de la autoridad. Podrán también corregir a los menores razonable y moderadamente” quedó redactado como “Los tutores ejercerán su cargo de acuerdo con la personalidad de sus pupilos, respetando su integridad física y sicológica. Cuando sea necesario para el ejercicio de la tutela podrán recabar el auxilio de la Autoridad.”
Una bofetada en el caso que nos ocupa es una corrección razonable y mucho más que moderada. Espero que un día al tutor, al fiscal y a la magistrado, sus hijos saquen la chorrita cuando les recriminen algo, y les meen en los zapatos y en la alfombra del salón. Se lo tienen merecido. A ver cómo responden entonces.
4 comentarios:
sinceramente, nunca viene mal una hostia dada a tiempo, porque los niños de hoy día pronto se te suben .
lo tienen todo y no respetan nada
se puede llegar a entender que un niño en un momento de genio le tire una zapatilla a una madre-padre... pero no entender que esa madre-padre le pegue una buena bofetada.... a donde vamos a llegar....
Anónimo: ¿Tienes niños? ¿Cuántos? ¿Qué tipo de educación quieres darle? ¿Cuál es el valor primordial que quieres inculcar a tus hijos?
Me faltan datos para poder responderte...
Anónimo, se me ha olvidado recomendarte un par de vídeos. Son de Emilio Calatayud.
http://www.youtube.com/watch?v=K2GTauJT5Vg
http://www.youtube.com/watch?v=91gDdSSX_jk
No te los pierdas
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