Nuestros queridos amigos de Málaga, Beatriz y Stefan, celebraban su nosecuantos cumpleaños con una fiesta a la que fuimos invitados. Desde aquí nuestra felicitación y agradecimiento por la invitación. Y encima, nos dieron cobijo una noche. Más agradecidos no podemos estar. Así que ayer sábado nos fuimos para allá Paul Newman, las dos nonuernas y el que escribe. Newman puso el coche.
Se ve que eso de la puntualidad no está muy pillado aquí en el sur, ya que íbamos a salir sobre las 5 de la tarde; y terminamos saliendo sobre las 8,30. Excusa perfecta para que Newman le pisase... y vaya si le pisó. Debimos de tardar menos de una hora Granada-Málaga. ¡Cómo bajaba las curvas de las Pedrizas! En algunos momentos me sentí Fernando Alonso arrancando las pegatinas del coche al que adelantábamos.
La anécdota del viaje fue que las nonuernas iban vestidas de normal y querían ponerse elegantes para el fiestorro. Así que pensaron cambiarse al llegar. Pero como íbamos tarde, decidieron cambiarse en el coche. ¡Las muy indecentes! Y como era incómodo hacerlo en marcha, nos hicieron parar en un área de descanso para ponerse bellas. Así que ahí estábamos, ellas en el coche acicalándose, y Newman y yo a veinte metros del coche, vueltos de espalda y ¡sin mirar! mientras las nonuernas cambiaban sus ropajes. El moro parado al otro extremo del área de descanso se puso las botas.
Málaga... ¡qué bonito es Málaga! Comparar la belleza malagueña con Granada es de necios. Eso sí que es una ciudad. Y no esto. Pero bueno, qué se le va a hacer. Newman y yo ya hemos decidido que cuando podamos nos mudaremos a Málaga.
Llegamos sobre las diez de la noche y otra vez a perder el tiempo, ya que las nonuernas tenían que pintarse. ¿Y dónde? No eligieron mejor sitio que en mitad de la calle, mirándose en los retrovisores de los coches. ¡Qué triste! Y mientras Newman, en mitad del Paseo de Reding, despelotándose para cambiarse de camisa. ¿Con qué clase de personas me junto yo?
Llegamos tarde a casa de nuestros amigos. Viven en el piso 15... ¡qué vértigo! y qué vistas tan bonitas. Allí estaban ellos y unas cuantas perejas más; debíamos ser unos 15 ó 16 en total. Lo pasamos muy bien. Primero la cena. Una espectacular cena. Había todo tipo de ricos manjares. Me quedé prendado con los tomatitos con flor de cebollino, el gazpacho de fresas y el queso parmesano.
Después de la cena, Newman nos deleitó con su postre inglés de todos conocido y de nombre impronunciable. Ruego que deje un comentario con dicho nombre. Helados, frutitas y copas varias. Las copas fueron aderezadas con miel y con no sé qué amargante raro (seguro que también era inglés) que hizo las delicias de las nonuernas. Y como no, también hubo tarta con velitas, regalos y cánticos cumpleañeros. Hay que decir que las dos nonuernas eran las únicas andaluzas de la reunión y lo demostraron: una derramó una copa de vino y la otra un vaso de gazpacho.
Y luego, tertulia. Lo pasamos muy bien y nos reímos mucho. Puteamos bastante al anfitrión gracias a su costumbre de hacer cerveza casera y sus extravagancias varias.
Nos fuimos a la cama sobre las cuatro de la mañana, cansados y, alguno, un poco bebido. Y a las dos del mediodía del domingo hemos vuelto a Granada, donde nos esperaban nuestros niños, que se habían quedado con los suegros, con los brazos abiertos de felicidad por volver a vernos. Lo de los brazos abiertos de felicidad lo digo por los suegros, cansados ya de cuidar niños.
Sólo nos queda agradecer a los anfitriones, lo bien que nos lo hemos pasado, y desearles que cumplan muchos años más y que nosotros lo veamos.
3 comentarios:
Mira que bien. Pues vete a Málaga, so capullo!!! Total, para lo que aportas aquí. Ahora bien, coincido contigo en que comparar Málaga con Granada es una indecencia. Cada ciudad tiene sus ventajas y sus inconvenientes; es de catetos hacer comparaciones tan a la ligera. No parece inteligente, por no decir que parece necio, sacar conclusiones tan drásticas como la tuya basándote en una experiencia de un par de horas. En fin, soy poco amigo de juicios categóricos, por eso me asombra la rotundidad de tu juicio, leyendo el post se puede atribuir al exceso de alcohol. Pero en cualquier caso, tonto es el que se queda a vivir en Granada odiando la ciudad. Pues nada, mudate a Málaga para asistir a fiestas e irte bebido a la cama como dices en tu post. Eso si que es vida eh!!. Como dice un gran amigo mío: hay que ser gilipoooo.......
Querido amigo Ethan: yo también te quiero, so capullo. Ya sé que no aporto nada a Granada, así que ya me puedes decir algo que yo no sepa. Comparar cualquier ciudad con mar con una que no lo tiene es una catetez. Málaga, sólo por el hecho de tener mar es mucho mejor ciudad que Granada. ¿Qué eres poco amigo de juicios categóricos?Jajaja. Me parto de risa. Y no me considero tonto por vivir aquí; no odio Granada. Vivo a gusto en esta ciudad, pero preferiría vivir en una que tuviese mar. Y no te preocupes que si tengo la oportunidad, me voy de aquí a disfrutar de las playas malagueñas. Y no me fui bebido a la cama... no me refería a mi. Mucho va a tener que pasar para que me veas bebido. Me refería a otras personas que compartieron la fiesta con nosotros. En lo que si te doy la razón, es en lo que dices al final: Hay que ser un gilipollas...
Esto está más muerto que Puerta del Sol un día de agosto a las 4 de la tarde.
Venga Redford y New-Man animad esto un poco. Supongo que New-Man con esto de ser un preboste informático de la universidad estará liado con los problemas propios de un final de curso en la "uni" (que si no va internet para las notas de selectividad, que si las actas, que si el servidor se ha caído, que si dile que se levante,...) y Redford estará mirándose el ombligo y dando alegrías y disgustos a sus pobres alumnos adolescentes con las notas finales; seguro que se irá a la cama diciendo: "que peazo de docente que soy".
Venga ya y dadle vidilla a esto, que los ricos burgueses, desocupados que viven de las rentas, como es mi caso, necesitamos este blog para no aburrirnos.
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