Primera tarde que me siento en casa a descansar sin tener doscientas cosas que hacer, en un mes. Por fin. El blog medio abandonado. Mi facebook, más abandonado aún. A partir de hoy vuelvo a la normalidad.
Ha sido un mes, desde el 1 de septiembre, en el que no he parado en casa. ¿Mi principal ocupación? La misma que los últimos 5 septiembres: los malditos horarios de mi colegio. Poner de acuerdo a 800 alumnos y cuarenta y tantos profesores, es una obra de ingeniería. Pero lo peor es que a la vez, hay que preparar clases, programaciones, guías didácticas, powerpoints, plataformas digitales... Y, para variar, que nadie quiere ir con los de 1º de ESO de campamento a Cazorla. ¿Quién va? Pues el menda; como siempre. Y no me quejo... es divertido y lo paso de maravilla. Pero estar varios días alejado de casa es complicado.
Unimos a todo eso el comienzo de curso de mis cinco hijos: libros, uniformes, libretas, bolígrafos y lápices... y es el cuento de nunca acabar. Cuando ya crees que lo tienes todo, siempre falta algún libro que no es, o una libreta cuadriculada y no lisa...
Y para hacer más complicada la cosa, resulta que la familia ya no cabe en la casa en la que está. Así que llevamos un mes buscando casa que nos acoja y en la que quepamos. Ardua tarea... las grandes, son carísmas y en las baratas, no cabemos. Ver casas lleva su tiempo... convencer a los "banqueros", aún más. Ya veremos en qué acaba todo.
Y ya por fin, empieza octubre. La vida cotidiana, lo de siempre. Eso está bien. A disfrutar...
Y ya por fin, empieza octubre. La vida cotidiana, lo de siempre. Eso está bien. A disfrutar...
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