En una emisora de radio de Cuenca, dan un premio de 5000 € a aquella persona que cuente una historia verdadera, que le hubiese sucedido y que le hubiese puesto en una situación embarazosa. La historia ganadora fue la siguiente:
Tenía consulta con el ginecólogo esta semana pero quedaron en llamarme para concretar día y hora. El miércoles a las 9 de la mañana me llama la enfermera y me dice que el médico me recibirá a las 10. Me agobié ya que tenía poco tiempo; así que terminé de desayunar y me fui rápidamente al baño. Cuido mucho mi higiene íntima, especialmente cuando voy al ginecólogo. Pero como no tenía tiempo de ducharme, cogí una toalla que estaba doblada en el baño, la mojé y me la pasé por mis partes íntimas, esperando que quedasen lo más limpias posibles. Eché la toalla a la ropa sucia y me vestí rápidamente.
Llevaba pocos minutos en la sala de espera cuando me llamaron para hacerme el reconocimiento. Como ya sé el procedimiento, me senté sin ayuda en el borde de la camilla e intenté imaginarme muy lejos de allí, en un lugar como el Caribe.
Me quedé muy sorprendida cuando el médico me dijo: ¡OH la la; hoy hizo un esfuerzo extra para estar más guapa! Yo recibí muy bien el cumplido, pero no respondí.
Me fui a casa tranquila y el resto del día se desenvolvió normalmente: limpie la casa, cociné, tuve tiempo de leer una revista, de ver el tomate, etc.
Después de la escuela, mi hija de 6 años me gritó desde baño: ¡Mamá! ¿Dónde está mi toallita? Le grité que sacara una limpia del armario. Cuando me respondió, juro que lo que me pasó por la cabeza fue desaparecer de la faz de la tierra. El comentario del médico martilleaba en mi cabeza sin descanso y mi hija me dice:
¡No mamá, yo no quiero una toallita del armario; yo quiero aquella que estaba doblada en el borde de la bañera. Fue en esa en la que dejé todas mis brillantinas, purpurinas y estrellitas doradas!
2 comentarios:
ufff... gracias por la carcajada de esta mañana. Gracias miles.
jajajaj
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