Es sabido que, dentro de Andasulía, a los sevillanos no los traga nadie. Pregunte usted a cordobeses, almerienses, jiennenses, gaditanos,... sobre los sevillanos. Únicamente escuchará lindezas. Y muy gordas.
Tengo yo una teoría al respecto, que nunca se podrá poner en práctica: si constituyen la autonomía de Andalucía Oriental (Jaén, Almería, Granada y Málaga), en menos de dos meses piden incorporarse Córdoba, Huelva y Cádiz. Y los sevillanos, con su pan se lo coman.
Los sevillanos (por regla general y salvo excepciones) se creen mu graciozos. Y el ombligo del mundo. Pero algo absolutamente desconocido por mí, hasta el día de hoy, es que además hay mucho pueblerino. Y no me lo invento. La portada del "Diario de Sevilla", a mi entender, lo demuestra.
Pd: Lo siento, Toi
4 comentarios:
Pues a mi me caen bien los sevillanos. Todos los que conozco son muy buena gente. Cuando me vine a vivir a Andalucía, lo primero que escuché, en Granada, fue pestes de Sevilla y de sus habitantes. Ahora que ha pasado el tiempo, creo que lo único que hay es una grandísima envidia. Viva Sevilla!!!
Redford, se conoce que eres una persona inteligente y de buen criterio. Eso está bien.
Newman, de verdad, a los sevillanos no nos afecta esa tirria que nos tienen. En general a nosotros nos caen bien los de provincias, y practicamente no dedicamos ni una fracción de segundo a pensar en ellos. Nos sobra nuestra vida.
Parece que a ellos sí que les hace falta ejercer el noble deporte de la envidia y el rencor, y nos aborrecen. Es su problema.
No somos ni más graciosos, ni más creidos, ni más nada que el común de los mortales, y especialmente solemos ser muy idénticos al resto de Andalucía, excepto en esa mala sangre absurda. Cosas de la grandeza de espíritu, o de su ausencia, digo yo.
No tenemos la culpa de vivir en la capital del mundo, ni de que nuestro nivel de inteligencia y de belleza sea de manera natural superior al resto del orbe. Son dones de Dios que se quedó agotado después de hacer Sevilla, y despachó al resto de las provincias en un ratillo y sin mirar, al desgaire, sin ganas.
Sí que es verdad que los poquitos sevillanos que visitan otras capitales andaluzas suelen decir de ellas que son como barriadas catetas de Sevilla, pero eso es porque esas ciudades se empeñan en imitar, mal, lo inimitable.
Bromas aparte, la cruda realidad es que Sevilla es la última ciudad de España en todo, y aquí seguimos muertos de risa.
Pero no la cambiamos. Por nada.
Ni envidiamos. A nadie.
envidia, mucha envidia. Como dice Toi, no somos ni nos creemos mejores que nadie, es Sevilla como ciudad la que es mejor que cualquiera, y ojo, que mis padres son navarros y riojanos y mis abuelos vascos. San sebastián es preciosa, Vitoria elegante y maravillosa, Pamplona entrañable y, entrando en Andalucía, Granada es mágica.
Newman, no tienes ni idea. Con todos mis respetos. Y los pueblerinos son los de los pueblos de la provincia, pero vaya, lo mismo que la gente de los pueblos de Almería.
A mí sí que me pica esa tirria que nos tienen. Porque en muchos casos es injusta.
Estoy dispuesto a aceptar mi equivocación. Pero... ¡¡Sevilla no tiene mar!! ¡A chincharse!
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