La famiglia en el Cabezo.

Otro año más, la famiglia ha vuelto a reunirse en el cerro del Cabezo, en la Virgen de la Cabeza. Y como siempre, las mismas historias. Seguro que si cojo el post del año pasado y lo pongo ahora, nadie se daría cuenta.

¿Qué fue lo más llamativo de este año? Lo de siempre: la tensión del pater familias por conseguir que todo fuese según lo previsto, lo que él ha previsto. Y encima, este año, ha habido pelea entre él y Newman (no confundir con New-Man). Pero eso lo contaré más tarde.

Todo empezó, como siempre, el viernes por la tarde: la misma carretera y los mismos carteles de Cuidado con los linces. Y como siempre, no vimos ningún lince. Llegar, descargar maletas, y cena. Flamenquines de cuaresma, tortilla de patata (más seca que la mojama)... y el gran Alfonso. Cuando soltó aquello de: "Tenéis que ir a ver los jabalises" las risas se pudieron oir dentro del santuario. Ha sido la anécdota del finde, los jabalises de Alfonso.

Los de Labacete, la familia Raflex-Jerónima, llaman para decir que el viernes no llegan, que lo haran el sábado. Me llaman a mi, ya que, según dice Raflex, soy el único que no les va a insistir y les va a dejar libertad para que lleguen cuando quieran.

Debido a esto, grandes cabreos en la cena. Los madrileños (ex-catalanes) tampoco vienen el viernes, así que nos vemos un poco disminuidos. Hicimos apuestas sobre la hora de llegada de las dos familias el sábado.

Por fin llega el sábado. Un tiempo impresionante. Desayuno eterno. Y que cada uno haga lo que le venga en gana. La mayoría de los adultos a leer. Los niños, a despeñarse por las rocas. El patriarca, yendo de un sitio a otro tratando de controlar todo y diciendo frases tipo: "si yo fuese el padre de esos niños..." Lo de siempre. Los pipiolines, estudian a solas. Y como no tienen folios par los esquemas, los hacen en sevilletas de papel. También las usan para pasarse mesajitos románticos. ¡¡¡Estos pipiolines!!!

Todos perdemos la apuesta de la hora de llegada de los Raflex. Llegan bastante más tarde de lo previsto. Cuano aparecen, toda la famiglia a dar lecciones de lo que tendrían que haber hecho. Lo de siempre.

A la nonuerna de Newman se le ocurre que para posteriores ediciones de la Virgen de la Cabeza, hay que hacer unas sudaderas con algún lema famigliar y con el número de cada uno (como en Auschwich). El número es el del orden cronológico de cada uno). El padrino lleva el 1; Newman el 12, yo el 14 y mi hijo pequeño el 44. El problema viene con el lema de la sudadera. La famiglia pretende que ponga Martínez; los damnificados pretendemos que quede bien claro que somos damnificados. No nos ponemos de acuerdo. Al final desconecté y no sé qué es lo que va a poner.

Nadie acertó tampoco la hora de llegada de lo madrileños; también más tarde de lo esperado. Pero por fin, estábamos todos.

El sábado por la noche nos fuimos a ver jabalises, pero como venían todas las féminas hablando y gritando sin parar, los susodichos saliero huyendo hasta Gibraltar, por lo menos. Yo me acosté pronto, pero la mayoría se quedaron hasta las 4 cantando canciones horteras de los 70. Hay que decir que el zarpas de Newman, cuando se acostó, me despertó tirando mi móvil al suelo.

El domingo por la mañana, algunos nos fuimos buscando un bar para ver cómo Fernando Alonso volvía a hacer el ridículo.

Pero el momentazo del finde vino por la mañana cuando casi todos estaban aún en los brazos de morfeo. Resulta que el Padrino quiere llevar basura a los contenedores y le pide el coche a Newman para hacerlo. Newman le dice que no, que se puede manchar. ¡¡¡Alguien que osa llevar la contraria al pater familias!!! Gran cabreo. Por lo que sé, no volverá a pedírselo ya sea el único coche que quede en la faz de la tierra.

La machada del finde fue la llegada de New-Man con su familia el domingo. Salieron de la ciudad mejor del mundo -La Coruña- a las 4,30 de la mañana y llegaron a la Virgen de la Cabeza a las 3 de la tarde. Grandes aplausos cuando lo hicieron y hasta les hicimos la ola.

En la comida, algunos se dedicaron a escribir los diez mandamientos de la Virgen de la Cabeza. Tuvo su gracia pero, como siempre, no me enteré de mucho.

Por la tarde recogimos y cada uno volvió a su casa más ancho que su puta madre (esto es del chiste del cura granaino).