Historias del verano (II): el chucho y la paz familiar.

Yo ya sabía que algún día llegaría el momento. Lo que no podía ni imaginar es que fuese este verano y con un chucho "palleiro", como decimos en mi tierra, sin raza.

Como muchos sabéis, una de las ilusiones de los niños es tener un perro. "Papá, déjanos tener un perro" es una de las frases más oídas en mi casa desde hace unos cuantos años. A mi me dan mucho asco y la esclavitud que supone sacarlo a pasear, cuidados varios y demás menesteres, me superan ampliamente. Si a esto le sumamos que vivimos siete personas en un piso de 114 m, mi respuesta siempre era nooooooooooooo, ni de coña.

Pero si el "enemigo" se alía en tu contra, está perdido. Este verano mi hermana apareció con dos perritas; una, preñana y la otra no. Y la peñada parió cinco cachorritos. Una vez parida, no aguantaba que la otra perra se acercará, por lo que mi hermana vio la necesidad de deshacerse temporalmente de la otra.

Nos la ofreció y me negué. Entonces surgió la coalición entre mi hermana, mi mujer y mis hijas. Primero me lo pidieron por las buenas. Y viendo que mi respuesta seguía siendo la misma, comenzaron la guerra psicológica que tan bien se da a las féminas.

Tres días estuvieron sin dirigirme la palabra. Mi hija mayor iba llorando todo el día; para mi mujer era un cero a la izmierda... Llegué a decir "el perro o yo" y en mala hora. Perdí por goleada y por poco me tengo que ir de casa. Intenté hacerles pensar lo cantidad de inconvenientes que tendría la "adopción". Nada.

Al final, y por salvaguardar la paz familiar, claudiqué. Puse mis condiciones: yo no haría nada por el chucho; ni sacarlo a pasear, ni lavarlo, ni limpiar sus excrementos y orina, ni nada de nada.

Las mujeres, más contentas que na, la llevaron al veterinario y a la peluquería de perros. Luego le compraron una especie de cesta-cama donde el chucho no ha dormido ni una sola vez. También se gastaron los billetes en una especie de salchicha de plástico para que el perro la muerda de vez en cuando. Y el que la muerde a todas horas es mi hijo pequeño; el perro, ni caso. Mi hija mayor me prometió que ella se encargaría de todo y que no me daría ni cuenta del perro en casa. JAJAJAJAJA... Cuando el perro lleva ya 15 días, empiezan a aparecer los escaqueos: me voy a no sé donde y que alguien haga algo con el perro.

No hay día en el que el perro no se mee en la casa. Y siempre tienen excusas: es que es un cachorro, es que está nerviosa, es que...

Y, por fin, llegó el día. Lo que dije que nunca haría, lo hice. Ayer... saque a pasear al chucho. ¡¡¡Que bajada de pantalones!!! Y qué risas se habrán echado los que me hayan visto. Espero que ninguno de mis alumnos me viesen...