miércoles, 2 de enero de 2008

Los móviles


Creo que todos éramos más felices antes de que existieran los celulares.

En aquella época prehistórica si te llamaban a casa había dos posibilidades: estar o no estar. Si estabas, perfecto; si no estabas te dejaban un recado y listo. Además el aparato no se perdía nunca y siempre tenía cobertura.

Con esto del teléfono móvil te tienen localizado a todas horas y te molestan cuando menos te lo esperas o deseas, y hasta extremos impensables. Tengo una entrañable cuñada que no fallaba ni una, y estaba especializada en llamar en todas y cada una de las ocasiones en las que "no deseabas ser molestado". En su descargo he de decir que se ha ido reformando a base de cachondeíto (aah, aah, aah, ¿dígame? uf, uf, espera que me recupere).

Mi primer teléfono fue un Nokia (el 5110), allá por el año 1998, y desde entonces he procurado ser fiel. Tengo una mancha en mi corazón: una vez le puse una vez los cuernos con un Ericsson, y me arrepentí amargamente... Me costó el dinero. Ya se sabe que en el pecado va la penitencia.

Una pregunta curiosa: ¿no piensas que antes los móviles duraban mucho más? ¿será que los fabrican ahora para que se estropeen en año y medio?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Te llamaba mucho tu cuñada?

Paul Newman dijo...

No se si mucho o poco, pero lo cierto es que acertaba todas. Hacía bingo. Primero sonaba el fijo (pasábamos), después el primero de los móviles (risitas) y al final el segundo de los móviles (desesperación).